La productividad es como ese cajón desastre de la cocina: todo el mundo lo tiene, pero casi nadie sabe realmente qué guarda dentro. Es un tema tan extenso que, si intentáramos abarcarlo en un solo post, (y no dirás que no lo intentamos… lee, lee) acabaríamos con un manual más gordo que las instrucciones de una tienda de muebles y decoración muy conocida y con la misma sensación de no entender nada.
Por eso, vamos a cogerlo por partes. Y empezamos por lo que, en nuestra opinión, es la sección más divertida y a la vez más necesaria: los errores más comunes al querer ser productivo.
¿Por qué? Porque los fallos son el espejo en el que todos nos miramos. Reconocerlos es casi terapéutico: te das cuenta de que no eres el único que cae en la trampa de comprarse la tercera agenda del año pensando que “ahora sí que sí”. Además, hablar de errores tiene algo liberador, casi cómico. Es poner en voz alta lo que hacemos mal y reírnos juntos de ello, antes de intentar ponerle remedio.
Porque solo entendiendo lo que hacemos mal podremos avanzar sin sentir que la productividad es un examen que siempre suspendemos, vamos a meter el dedo en la llaga de lo que no
funciona.
Hablar de productividad es como hablar de la dieta milagro de moda: todo el mundo tiene la fórmula perfecta, pero la mayoría fracasa en el intento. Y no porque no haya disciplina, motivación o suficientes vídeos en YouTube con gurús levantándose al amanecer; fracasa porque la productividad mal entendida nos lleva directo al agotamiento, la frustración y la sensación de que nunca llegamos a nada.
Hoy vamos a repasar los errores que no nos dejan ser productivos, esos que todos hemos cometido alguna vez (sí, tú también, que ahora mismo tienes 14 pestañas abiertas y piensas que así trabajas “más rápido”). Spoiler: la mayoría de estos errores no tienen que ver con falta de ganas, sino con expectativas irreales, hábitos mal planteados y consejos que funcionan solo en Instagram.
Errores de productividad personal que arruinan tu día
La mayoría de las batallas contra la improductividad empiezan en lo más básico: en tu rutina diaria, en cómo te organizas y en la manera en la que entiendes tu gestión del tiempo (a la que prometemos hacerle un homenaje en próximos posts). Todos ellos tienen algo en común: no parten de tu vida real, sino de la fantasía de que “cuanto más hago, mejor soy”. Aquí van los errores más habituales:
❌ Confundir estar ocupado con ser productivo en tu desarrollo profesional
Bueno, bueno, bueno. Este es el clásico. Pensamos que ser productivo significa llenar la agenda hasta reventar, tachar veinte tareas al día y acabar con esa euforia de “hoy sí que aproveché el tiempo”. El problema es que, muchas veces, ese “aprovechar el tiempo” es como intentar beber agua de un colador: mucho movimiento, cero resultados. La productividad real no es hacer más, sino hacer lo que importa. Si tu lista de tareas incluye pintar la reja del balcón, reorganizar los calcetines por colores y contestar memes en tres grupos de chat… no eres productivo, solo estás entretenido.
❌ Imitar fórmulas de productividad sin adaptarlas a tu contexto
Ver en TikTok a alguien que se levanta a las 4:45 a.m., medita 20 minutos, hace yoga, desayuna un batido verde y luego corre una maratón… y decidir que ese será tu nuevo estilo de vida. Desde ya te aviso que a los dos días, estarás de mal humor, con sueño y con la nevera llena de espinacas marchitas. Cada persona tiene sus ritmos, obligaciones y energía. Lo que le funciona al CEO millonario con tres asistentes y chófer no tiene por qué funcionarte a ti, que trabajas ocho horas, llevas a los niños al cole y aún quieres tener vida social. Así que déjate de copiar las rutinas de otros.
❌ El mito del multitasking
¿Te suena lo de hacer mil cosas a la vez y no terminar ninguna bien? Decir “yo soy multitasking” suena guay en las entrevistas de trabajo. Pero en la vida real, intentar escribir un mail mientras contestas un audio de WhatsApp, mientras miras de reojo un Excel y piensas qué cocinar… es la receta perfecta para el caos mental. Está demostrado que el multitasking reduce la productividad, aumenta los errores y deja esa sensación de cansancio mental que ni tres cafés arreglarían.
❌ Olvidar que el descanso también es parte de la productividad
Aquí entra la gran mentira: “si duermo menos, trabajo más”. Pues no. El cerebro cansado no produce, solo arrastra. Dormir poco, no desconectar y no tener momentos de ocio es como intentar correr una maratón con piedras en los zapatos: sí, avanzas, pero cada vez más lento y con más dolor.
Errores de productividad laboral que merman tus resultados profesionales
En el trabajo la cosa se complica porque entran más factores: jefes, compañeros, reuniones eternas… y ahí es donde más fácil resulta caer en trampas improductivas. Aquí el gran error es olvidar que tu energía es finita y que, si no gestionas tu espacio y tus prioridades, acabarás en la rueda del hámster: mucho esfuerzo, cero avance.
❌ Empezar por las herramientas de productividad antes que por los hábitos
No puedes depender de herramientas de productividad y tecnológicas sin una estrategia personal clara. Muchos creemos que descargar la app perfecta nos volverá productivos de golpe. Y ahí estamos, instalando Trello, Notion, Asana, Evernote, Todoist y Google Kee, todo al mismo tiempo, como si fueran pócimas mágicas. La verdad es que ninguna app sustituye a la falta de hábitos. Si no tienes claro qué quieres lograr, cómo vas a organizarte y qué prioridad tiene cada cosa, da igual que uses Notion o que lleves una libreta de un Todo a cien.
❌ Medir productividad por horas y no por resultados
Muchos medimos la productividad por la cantidad de horas trabajadas o por el número de tareas tachadas. Error. La métrica real debería ser: ¿estoy avanzando hacia mis objetivos?, ¿las tareas que completo aportan valor o son pura burocracia? Para que nos entendamos: estar más tiempo no significa trabajar mejor.
❌ Entornos de trabajo caóticos que reducen tu productividad
A menudo ignoramos cómo influye el entorno en nuestro rendimiento. Nos referimos a ruido, desorden, distracciones continuas. Intentar concentrarte en un espacio ruidoso, caótico o lleno de distracciones es como querer leer un libro en medio de un concierto de reguetón. El entorno importa: desde el orden del escritorio hasta la iluminación, el ruido o incluso la temperatura. Muchas veces no fallas tú, falla el contexto que te rodea. Pon foco en este detalle.
❌ No aprender a decir “no”
O sea, no poner límites claros y realistas a las demandas externas. La agenda se llena, los días se hacen eternos y la energía se esfuma. ¿Por qué? Porque decimos “sí” a todo. Aceptar cada reunión, cada favor, cada compromiso, cada café virtual… nos convierte en esclavos del tiempo de los demás. No puedes ni debes decir que sí a todo. Tu tiempo no puede estar al servicio de todas las agendas, excepto la tuya.
Errores en los hábitos de productividad que sabotean tus objetivos a largo plazo
El tercer bloque es clave porque la productividad real se construye con hábitos sostenibles. No entender que los hábitos son dinámicos, que necesitan tiempo, ajustes y flexibilidad, es un gran fallo. Aquí es donde más metemos la pata:
❌ Confundir disciplina con tortura en tu camino emprendedor
Si eres tu propio carcelero, ¡apaga y vámonos! Sí, la disciplina es importante, pero muchos la convierten en un látigo. Y ahí estamos, con horarios imposibles, listas de tareas eternas y esa sensación de que nunca damos la talla. La disciplina debería ser una estructura que te ayuda, no una cárcel que te frustra. Si tu plan de productividad te hace sentir como un opositor en bucle, probablemente lo estás haciendo mal.
❌ Esperar resultados inmediatos en tu desarrollo personal y profesional
Ooooootro clásico. Empiezas un sistema de organización un lunes y el miércoles ya estás desesperado porque no ves resultados. Y es que los hábitos se construyen con paciencia, no en 48 horas. La productividad es como el gimnasio: los músculos no se marcan en tres días. Se construye poco a poco, con paciencia, constancia, ajustes y caídas en el proceso. Así que no esperes milagros instantáneos en lugar de progresos reales y a largo plazo.
❌ No revisar ni ajustar tu sistema de productividad
Uno de los mayores errores en productividad es pensar que un sistema es como un mueble de Leroy Merlin: lo montas una vez y ya queda fijo para toda la vida. Nada más lejos. Lo que hoy te funciona, dentro de seis meses puede ser un lastre. Tus horarios cambian, tu energía cambia, tus objetivos también… y si no ajustas tu manera de organizarte, terminas forzando un método que ya no encaja contigo. Resultado: frustración y sensación de que “la productividad no sirve para nada”, cuando lo único que hacía falta era darle una vuelta al plan.
❌ Procrastinación disfrazada de organización
Aquí viene el autoengaño más fino: pasar horas y horas ajustando tu agenda, probando apps nuevas, cambiando colores en Notion o afinando listas de tareas, pero sin ejecutar nada de lo importante. Es la procrastinación 2.0, la que se maquilla de eficiencia. Te sientes ocupado, incluso hasta satisfecho, pero al final del día no avanzaste ni un milímetro en tus proyectos reales. Es como comprarte toda la equipación de gimnasio, colgarla en tu armario y convencerte de que ya estás más fit solo por tenerla. ¡Que no, que así no funciona!
¿Cómo ser más productivo?
Entonces… ¿qué hacemos?
Identificar estos errores es el primer paso para encaminarnos hacia la productividad. La buena noticia es que la mayoría tienen solución y muchas veces es más simple de lo que parece. Toma nota de nuestros apuntes:
- Enfocarte en hacer menos, pero mejor.
- Diseñar rutinas a tu medida, no a la de otros.
- Usar herramientas de productividad como apoyo, no como excusa.
- Priorizando descanso, límites y objetivos.
Como diría Ana Brito, la productividad no es una religión con dogmas, sino una herramienta para vivir mejor (y con más risas). Porque de nada sirve ser muy eficiente si al final del día acabas quemado, frustrado y odiando el proceso.
Y ojo, que no hablamos de algo inabordable. Ser productivo es un “simple” camino: de prueba y error, de conocerse, de ajustar… y de reírse un poco en el trayecto, porque si no, esto se convierte en otro suplicio más de la lista.
Así que ya sabes: si caes en alguno de estos errores, tranquilo. No eres un desastre, eres humano. La próxima vez que te plantees ser más productivo, recuerda que no va de correr más, sino de correr mejor (y con chanclas si hace falta, que estamos en verano).
Seguirá.
