Buenos días queridos amiguitos virtuales. Después del éxito supremo de la primera parte, más me vale hacer el cojo blog de Soto porque si no estaré en la fucking shit y procederé a veranear en Narnia.
Ossssssssssssssssea que dios me ampare.
Sotogrande, también conocido por sus pijos veraneantes como Soto o Sotobig, es la capital de España del postureo. Aquí es imprescindible tener un Máster en Postureo, tú eres alguien dentro de esta pequeña gran comunidad: tienes un nombre, un apellido, vienes de una familia y TODOS saben de ti. Sé lo que hiciste el último verano. LITERAL.
Es verdad que últimamente ha empezado una extraña colonización por parte de unos cuantos ingleses con ganas de farra que ha hecho que surjan nuevos personajes en el panorama “posturing”. Estos ingleses han sacado a la luz una nueva especie de chicas que hacen cosas impuras sin la necesidad de pagar. Obviamente los jugadores de polo, los golfistas y los futuros CEO están con los pezones (y otras cosas que yo me sé) como la pata de un perro envenenado. Por ejemplo.
Todos saben quién eres, quién te gusta, quién te deja de gustar, cómo te gusta, cómo te gusta que te gusten, dónde vives, qué bebes, qué coche tienes, qué llevabas puesto la noche anterior, dónde fue el after, dónde va a ser el after, quién hace fiesta, quién hace copas, quién juega el golf, cómo juega (no hay término medio: o eres un paquete o eres cuasi profesional) etc. En soto eres alguien y debes, por el bien de la comunidad, demostrarlo de alguna manera.
Una vez la gente sepa quién eres, en mi caso “la loca de Brito”, ya estas in da flow. Es en este momento cuando debes escoger con muchísimo cuidado el modelito. Es completa y absolutamente imprescindible ir IDEAL las 24 horas del día. De hecho, si vas vestida como para salir nadie te va a decir nada, porque no llevar un cuerpo a la playa es casi pecado capital. Y bueno, atrévete a salir sin tacones que igual te miran a la cara. Cuanto más desnuda y más arreglada… MEJOR. Todo muy chic, muy posturing, muy Sotobig.
Cuando llegas debes hacer dos cosas que evitarán que tu estancia se convierta en un viaje de LSD: acostumbrarte a la humedad, que te penetra hasta en los sitios más repugnantes de tu cuerpo, y vestirte como si fueras a ligarte a todos tus amigos. Una vez hecho esto empieza tu día con una de las decisiones más difíciles de tu vida:
A. Ir a la playa, la cual por cierto se puede confundir con una explanada de piedras que compiten entre sí. Ocasionalmente te topas con troncos del tamaño de la ballena Willy que de after pueden hacer la función de banco. Es en la playa de los catamaranes donde, vestida de salir, te dedicas única exclusivamente a saludar a toda la playa. No puedes ni pasear, ni darte un baño, ni tomar el sol… estas de saludo en saludo y tiro porque me toca. Que si ayer ibas ideal, que si hoy más y mejor, que si me recoges en tu land rover, que si hoy hay fiesta del polo, que si eres súper guay, que si somos la pera, que si o sea que fuerte. Inteligencia en estado puro.
B. Ir a una piscina más grande que la piwi de los juegos olímpicos. Esta decisión es muy difícil porque suele haber competición de piscinas: Vamos a la mía que es grande, no vamos a la mía que tiene casita de la piscina y podemos beber, no vamos a la mía que tiene barra, casita de la piscina, tobogán hinchable y mayordomo acuático. Y a ver quién es la que tiene los huevos de decirle que no a Miss. Polo.
Una vez se decida dónde hacer el comenting de la noche anterior siempre tiene que haber alguien que sugiera ir a comer al Ke. En el caso de no haber mayoría absoluta, siempre estará el típico sectario que decide ir a por una Baguette de pollo al curry. Es la ley, una tradición, un must de sotobig… una idea que sorprende por su originalidad. Ni que fuera Horcher.
El caso es que sin transporte no eres nadie porque todo está en el país de nunca jamás. A menos que quieras pasarte horas andando debes tener un medio de transporte. Cuando eres pequeño vas en bicicleta y en patines. Antes podías identificar a los que iban en este medio de transporte por ser pequeños, pero ahora la cosa esta muy difícil. Ahora las niñas pequeñas cada vez están más buenas y visten como si fueran mujeronas… la cosa se empieza a complicar. Enseñan sus firmes y escandalosos cuerpos mientras sudan, subiendo y bajando cuestas. Así, como si no fuese difícil, como si no costara nada, como si las cuestas fueran rectas, como si fueran inmortales. Una verdadera alegría para cualquier tontorrón que pase de camino al Ke y una tortura para cualquier mujer que haga el mismo recorrido. Pequeñas zorras.
Después, cuando eres más mayor, pasas a ser guay cuando te alquilan una “Rent a bike” de turno, una verdadera maravilla, de una clase im-presionante… digna de sotobig. Pero superas ese nivel cuando la moto es tuya, cuando te pertenece. Entonces eres súper guay. Pero OJO, que puedes ser súper mega guay, puedes llegar a ser Mr.Fucking Polo, puedes tener un… ¡MICRO CAR! Uuuooo nene, tu autoestima contra el sueeelo nene. Es en ese momento cuando eres, oficialmente, el puto amo. Y LO SABES.
Pero eso solo mola cuando te crees mayor pero todavía no lo eres. Pasados los 18 años empieza la competición real entre coches, sobre todo entre los varones de la zona. Y es en este momento cuando empieza lo bueno de verdad. Chiqui, chiqui, bang, bang. Todo es maravilloso, todo es felicidad, todo es pura vida… hasta que te quitan el carnet. Porque no hay NADIE que no tenga un accidente, que no haya soplado, que no le hayan quitado puntos y, ante todo, que no haya sobornado y/o amenazado a los policías de Guadiaro. Es tradición, es Sotobig.
De la misma manera, es tradición organizar copas grandes, que significa hacer una fiesta en el idioma del sur. De la misma manera que organizar una cena significa organizar copas o hacer una fiesta significa organizar una especie de puesta de largo. Pero lo que sí que es tradición es ir a la fiesta del polo. Una fiesta que se organiza algún que otro domingo (a tomar por saco a la derecha) dónde la gente hace botellón en los coches y donde se restriegan por el barro para entrar en el recinto. Algo súper chic. Es en esta fiesta del polo dónde aparecen los enemigos de Soto, gente de Marbella que decide picar un poquito de postureo del bueno. Un postureo bastante menos guiri que el que creó Jesús Gil.
Pero ahora la fiesta del polo ya no mola tanto, ahora lo que se lleva es After Polo y Morea porque son más chics. Ya no se lleva ni Curro’s, el único bareto que lleva dando de beber a generaciones enteras de Mr. Polo a base de cocteleras. Una verdadera pena, pero no lo suficientemente chic para seguirles el ritmo. Pero lo que sí que se lleva, de verdad de la buena, son los afters. No ir de after es un signo de una enfermedad mortal entre ellos. Ellos molan y, por tanto, los afters también. Molan la de dios. Es en este momento de la mañana cuando vuelve a surgir de nuevo una competición entre sus miembros: vamos a la mía que tengo alcohol, mejor vamos a la mía que tengo también recena y no están mis padres, no hombre vamos a la mía que tengo un parque de atracciones en el jardín. Y como dios.
Finalmente debo mencionar el Polo (a secas) dónde todos juntos se concentrar a vigilar el grado de guayedad que manejan los demás. El mejor coche, las mejores gafas, los mejores gin tonics, las mejores compritas de última hora, el mejor partido de polo a 40 grados con tol solamen en la cara…. Y ellos tan perfectos. Porque SON perfectos. ¿No véis que tienen hasta un club de playa que se llama CUCURUCHO? Sólo ellos se lo pueden permitir sin que la gente se ría en su cara, porque son guays. Porque molan mazo.
Todos felices, todos perfectos y todos súper guays. Paz nenes.