¡HOLA HIJOS DE LA NATURALEZA Y DE VUESTRA MADRE!
AQUÍ BRITEN.
La vida sigue… y yo voy y vuelvo como las nubes y la lluvia en este verano tan desagradablemente peculiar. A veces sol, a veces sombra, a veces post y a veces non-posting. Cosas. Llega julio y con él mi sorpresa de que Junio se ha acabado. Se ha acabado un mes en el que muchos otros años he desfasado, he pillado, he salido, he pillado, he tomado el sol, he vuelto a pillar, me he ido de vacaciones costeras a broncearme cual Naomi Campnell en el Sahara, me he puesto hawaian tropic sin cesar, he pillado otra vez, he tenido resacas monumentales y… poco más.
Bellisima Complicazzione di Verani.
Pero este año ha sido diferente. A parte de que se ha acabado el mes de junio y NI DIOS se ha dado cuenta debido al cerdo del tiempo que debía de ir en coma al ponernos el clima de Londres en pleno Junio, me estoy haciendo mayor. Pero me da igual, no estoy aquí para volver a quejarme sobre mi edad y sobre lo mayor que soy y sobre, «oh dios todo poderoso», lo mal que me siento al no poder salir dos míseros días seguidos… ¡NO!
Estoy aquí para hablar, entre otras cosas, de esta nueva etapa de mi vida: El cole de los mayores (Sinónimo de trabajo en la Real Academia de Briten).
En esta nueva etapa, la del cole de los mayores, ya no valen las excusas que utilizabas en el cole de medianos (universidad) y mucho menos las del cole de pequeños (lo que viene siendo el cole de toda la vida de dios pero que yo he seguido y seguiré utilizando hasta el día en que me muera. O me maten). Para empezar, en el cole de medianos no tenías ni que poner excusas porque no eres ni pequeño ni mayor, eras el dueño de tu libertad. Pero en el cole de pequeños eras tan amo que te inventabas excusas absurdas (cuanto más absurdas mejor creías que eran) para: no tener que hacer los deberes, no ir al cole, irte del cole, evitar comer un plato que no te gustaba, saltarte clase, llegar tarde a clase después del recreo, no hacer la clase de gimnasia y saltarte un examen. Esos eran tus motivos y no había más.
Y LO SABES.
En esa época tus excusas solían tener algo que ver con la medicina, siempre había enfermedades incurables que se prolongaban a lo largo del curso, casos de traumatología que rompían tobillos a niñas que ni hacían deporte, alergias incurables a las lentejas o cualquier tipo de verdura, fiebres de 40 grados que hacían quedarte en casa jugando a la play, asma que evitaba realizar cualquier tipo de deporte del mundo mundial o la aparición repentina de un virus como el ANTRAX como excusa para toserle a alguien en la cala e ir cual Pili-Mili a por una mísera manzanilla (cura de todos los males, al menos en mi colegio). «Es que se lo he pegado Seño, me tiene que acompañar». Se lo he pegado dice, será jodío el enano.
Pero que tiempos ¿eh? como molaba poder inventarte excusas baratas para evitar cualquier tipo de responsabilidad. Si «Ehque» (con voz de pueblo al leerlo, gracias) las excusas son LA LEY, una maravilla, un climax y sobretodo una ciencia aún por descubrir. Es una ciencia que yo admito dominar con casi absoluta perfección, pero llega una edad en la que el tipo de excusas que utilizas debe cambiar por tu bien y por el de los que te rodean. Su utilización se puede comparar a la de un master autodidáctico que en función de tus arrugas y de tus responsabilidades debes saber adaptar con convicción y arte. Yo por supuesto tengo mucho arte, convicción no sé si tanta (¡QUE ME MUERO!….Calla chapas…. Jo). No ir al trabajo porque te duele la cabeza por haber estado dos horas dándote con el secador en la frente ya no cuela. Es una pena, lo sé, pero las arrugas te delatan nene y ya no puedes decir que tu perro se ha comido la presentación de mañana porque a. saben que no tienes perro, b. saben que no te duele la cabeza y c. no son gilipollas porque eres lo suficientemente mayor como para hacerlas a ordenador. TONTO QUE ERES TONTO.
He aquí la clave del dominio de las excusas: la coherencia de las mismas. Igual que cuando eres pequeño no concibes que decir que has llegado tarde porque se ha escapado un elefante del zoo o que ha caído un meteorito en la puerta de tu casa es prácticamente imposible, cuando eres mayor sabes que debes dejar a un lado la imaginación y centrarte. En el cole de los mayores ya puedes tener el puto SIDA que a dios pongo por testigo que vas a trabajar. Por eso matas a toda tu familia habida y por haber, porque las muertes son la solución a la evasión de cualquier responsabilidad. Personalmente yo he matado a toda mi familia paterna, porque nadie puede demostrar lo contrario. No puedo demostrar ni yo si mis tíos, abuelos o primos están vivos. Así que juego con ello, me justifico, me adapto a la aplicación de mis maravillosas excusas coherentes. Soy una genia en el arte del «excuseo», una Picasso del arte del «no puedo porque…».
Soy el Renoir de las excusas.
Y hasta aquí el post de hoy. Paz nenes.