No me quiero ni imaginar la chapa que debe de dar ponerse a crear el mundo. La imaginación e inteligencia de dios debe ser ilimitada, a mí como que no me da para coger y marcarme un mundo en 7 días. No es que sea tonta, es que me da pereza ponerme ahora a crear mundos por doquier. No obstante, me hace toda gracia pensar que todo surgió de copas, que si vino que si tal (lo típico), hasta que alguien le dijo a Dios “a que no hay huevos a crear un mundo”, “¿Qué no?”. Pues TOMA mundo.
Lo que vosotros no sabéis pero obviamente yo sí es que; o bien por resaca máxima o por pereza, dios tuvo un momento de colapso mental. Tanta creación tanta creación se le fue de las manos y el tener que crear a tanta gente diferente, se le complicó. A lo mejor no tanto como a mí se me complican todos los viernes, pero casi.
Estoy convencidísima de que cuando ese momento llegó decidió ser lo más práctico posible. Inventó el marketing y creo el concepto de 5 x el precio de 1. Es decir, que 5 personas en el mundo van a tener el mismo físico, que así acabo antes. Además voy a ser un jugón, pensó, y les voy a poner a cada uno en un continente diferente. Y ASI SOY YO.
Pero OJO, que no sólo inventó esta regla suprema sino que además decidió que estos físicos se repetirían cada 100 años. Ya me vas a contar a mi como un señor de 100 años de Canadá con Alzheimer va a saber que el niño que nace en Argentina es igual que él. ESTA TO PENSAO.
Todo esto viene al caso porque hace una media de mil años, cuando era igual de hermosa que Falete y tenía el pelo tan largo como rapunzzel, me dijeron una cosa que se me quedó grabada en la memoria. En la mía y en la de todas las personas presentes en ese momento. En la de todas las personas presentes en ese momento y en la de todas las personas que llegaron a saber lo que pasó. Así consecutivamente hasta que lo supo todo el mundo y ahora decido hacerlo vox populi, porque no tiene ningún desperdicio lo que sus voy a contar.
Estábamos un día de copichuelas mis amigas y yo, con típico grupo de tíos en el que no conoces ni al que te invita, cuando de repente uno de ellos se me queda mirando con cara de pensativo. Yo al principio pensé en que se había enamorado de mi (que me suele pasar) así que me alegré de lo bien que me lo iba a pasar esa noche. El caso es que el tiempo transcurría y el Jeffrey no podía parar de mirarme, hasta que dos horas después ya me empiezo a poner nerviosa nivel: creo que tengo o monos o lepra en la cara. Así que ni corta ni perezosa le digo que haga el favor de dejarme de mirar, que al final le voy a acabar denunciando por acoso visual y su madre va a tener más disgusto del que se llevó cuando le vio la cara al nacer. Que fue algo así como:
El Jeffrey, muy educadamente, me dice que le sueno muchísimo. Eso es algo que también me dicen mucho, por mi gran parecido a Gisele Bunchen, Kate Moss y demás, pero a eso como que ya estoy más acostumbrada. Al hecho de que un pimpollo se me quede mirando durante horas como si tuviera un cartel en la cara que pusiera “si me miras durante 4 horas te regalo 100 millones de euros”, pues como que no lo domino todavía.
El caso es que el tío se pone a pimplar y la lengua que le había comido el gato al principio se la reconstruye Jonhy Walker en cuestión de un par de copas. Empieza a brearme el oído con que le sueno muchísimo, que cree que me conoce, que si nos hemos visto antes, que puede que nos hayan presentado en otra vida etc, etc, etc. A mí ya me estaba poniendo muy nerviosa nivel: dónde está la cocina que cojo el primer cuchillo jamonero que pille y le rajo de arriba abajo. Además, en el hipotético caso de que nos conociéramos de antes, ¿Qué pasa? ¿Cuál es el drama? Nunca entendí su pesadez suprema.
Tras 3 horas de chapada máxima en la que me cambié de sitio 5 veces, fui al baño 7 y me Salí a fumar 25 de repente el tío me coge por enésima vez y me suelta:
“Tu pava ya sé de qué te conozco… ERES IGUAL QUE NORMA DUVAL”.
BABOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM.
Por favor, Satanás, aléjate de mí. Pero antes tráeme una caja de ácido sulfúrico para que le meta los ojos en él a ver si se queda ciego y deja de ver mariposas en vez de caballos y a Norma Duval en vez de a Gisele Bunchen.
OJO, que esto no acaba aquí. Mientras mi cerebro trataba de procesar la información infecta que acababa de soltar Guasimodo e intentaba controlar el impulso acelerado de contestaciones impuras dignas de ganarme el infierno, va y me suelta:
“Bueno, a Norma no… a su hermana Carla, ¿la que murió de cáncer? Esa”
ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS.ZAS
Que alguien me dé oxígeno por favor que me estoy quedando sin aire, las piernas y los ojos de sapo me están temblando, el corazón me va a mil por hora y me estoy empezando a marear. Que injusta es la vida. A pesar de que intentara cometer un asesinato, en vivo y en directo para todos los allí presentes, mis amigas entre carcajadas, lágrimas y seguro que hasta pis de la risa, me ayudaron a controlarme y a evitar que estuviera el resto de mi vida entre rejas con un uniforme cero chic.
Después de este suceso que claramente marcó un antes y un después en mi vida, aparte de que desde entonces mis amigas me llaman Norma de vez en cuando, también me han hecho el mismo comentario de manera independiente. Es decir en situaciones dispares, con gente distinta, en lugares diferentes, con planes varios y sin venir a cuento. A lo mejor Norma & Carla son mis tías y no lo sé. Maravilloso.
Realmente no sé si es un cumplido, o no, pero lo que sí que sé es que está claro que cuando dios se tomó un break de kit-kat decidiendo lo que he mencionado anteriormente, no calló en el vacile que me iba a caer a mí con su brillante idea de los parecidos. Gracias amigo por todos esos momentos en los que me he sentido como una verdadera vedette.
Paz nenes.