Este fin de semana he podido experimentar en carne y hueso (y que rica carne y que rico hueso) lo que algunos denominan como turismo rural. Según wikipedia el turismo rural es «una actividad turistica que se desarrolla en áreas rurales con familias,asociaciones de desarrollo comunal, grupos étnicos o indígenas y otras organizaciones de tipo colectivo que manejan la actividad turística planificando, gestionando y cuidando los recursos naturales, culturales e históricos que sirven de atractivo en sus territorios. Los ingresos que se generan de la venta de productos y servicios se distribuyen entre la misma comunidad, conformando una modalidad de turismo más equitativa social y económica de la localidad».
«Amoavé», partimos de la base de que Wikipedia esta intoxicada con basura creada por algunos internautas aburridos que no se han ido de turismo rural en su vida y que probablemente vayan en coma etilico, drogados o acaben de sufrir una bajada fuerte de tensión. Yo, en cambio, sí he ido de turismo rural y os juro por dios que no es tan bonito como parece. De echo, no tiene ninguna gracia y debe morir. Bueno a ver, no voy a dramatizar, tampoco es que quiera erradicarlo al más puro estilo Ku klux klan en Django (que también) pero sí considero que es mi deber hablar sobre las realidades del turismo rural. Esta claro que para gustos los colores y que igual que algunos prefieren la playa a la montaña (BIEN) otros deciden ponerse corbatas naranjas con camisa negra (ESTAS JODIDO). No pasa nada, tiene que haber tontos por el mundo… sino no tendríamos de quien reírnos. El caso es que no voy a ir aquí de sabia y deciros que el turismo rural (al contrario que los reyes magos y Papá Noel) son los padres, porque no. Pero sí os voy a contar mi experiencia que a mí parecer ha sido completa y absolutamente desastrosa.
Todo empezó hace unas semanas cuando decidí que iba a hacer algo loco, diferente, divertido y soberanamente anormal como buscar en internet «hoteles con encanto» en el campo. MAAAAL. Nunca jamás en tu vida confies en internet: INTERNET MALO. Lo peor es que, encima, soy una persona bastante ingenua que se cree todo lo que le dicen así que, todo lo que ponen en la web me lo creo. Ya me pueden decir que voy a dormir sobre una mula pastando en unas ruinas de Castilla que yo juraré que así será. Las fotos son un pufo, una falacia, una mentira y unas hijas de satán. Te camelan, te engañan, te convencen y tú, acostumbrada a los rascacielos de la ciudad, vas y te lo crees.
Como no, yo caí en la trampa (cual tonta del bote) y me creí que el hotel en cuestión era tan bonito como en las fotos. TONTA QUE ERES TONTA. Obviamente no lo era y me cagué en la madre de todo el pueblo perdido de la mano de dios. No sabría como explicarlo, para que os hagáis una idea cuando entré en el pueblo (casi mejor dicho aldea) pensé: «Aiba que feeeeo, haber cuando llegamos». De repente me entero que no sólo estaba en el pueblo sino que encima estabamos buscando el hotel. Quise morir, vomitar, defecar y matar a alguien… y sí, todo eso a la vez. Es que de verdad… no sé como explicaros las dimensiones ridículas de este pueblo de shit… su calle principal medía unos cien metros de largo y, para colmo, su único bar se llamaba «Bar RR». «Mecagüentóloquesemenea» ¿Pero cómo que RR? ¿Que es eso? ¿Realmente Retrasados? QUE ASCO.
Total, que iba yo llorando en el coche cagándome en el creador de internet y en toda su familia (viva o muerta), por insincero y mentiroso, cuando de repente el GPS (ya que Google maps también me mintió) me avisa de que hemos llegado. Yo, asustada y muy pero que muy enfadada, miro y digo con una mezcla de furia y horror:
-«NNNNNi de coña. Pero ni de coña LITERAL.»-
Esas fueron mis palabras textuales (¿Que original eh? Os esperabais algo más ¿A que sí? Pues ver una telenovela chipewa hombre ya). Por dentro, mi sangre estaba a la temperatura de la lava a punto de explotar en una erupción volcánica con ganas de eliminarlo todo. PERO TODO. El hotel/ casa de pueblo maloliente y a punto de caerse era una cosa fea, sin iluminación, medio en ruinas, con olor a vaca, grietas por doquier y una mujer de pueblo con múltiples y terroríficos accesorios de… TOUS. No se puede llevar Tous. Ahora sí que sí: PUTAS PROVINCIANAS. Pero qué asco de todo, el cuarto no tenía de ná, las mantas estaban sobrevaloradas, el teléfono ni sabían lo que era, la decoración mejor no la mencionamos porque igual no tenían objetos del 3 antes de cristo a diestro y siniestro y yo…. yo me quería suicidar. Llamarme chica de ciudad pero antes puerca que chica de campo. Y así soy yo.
Lo que más me molestó de todo, haciendo referencia a la definición de Wikipedia sobre la utilización de los productos de la zona y su putis madris, es que esto también es PUFO. La comida era todo menos local, los productos eran de Mercadona (y os lo juro por todo el que lo lea que ví las bolsas), la comida precocinada y recalentada, el vino: vinagre de Módena y el pan: parecido al que llevamos en el retiro para dar a los pájaros. Todo por el módico precio de 60 euros. ZAS en tol ahorro.
Porque el turismo rural señores y señoras es lo que tiene, que a pesar de pasar frío, hambre, cagar en el bosque y/o en un corral, hablar con gente que habla de todo menos español y disfrutar de los bichos, la gentuza y las camas cuyo colchón parece suelo… te suben el precio. Y esto amigos míos es el verdadero turismo rural.
Y hasta aquí mi crítica del día. Paz nenes.